No te sentís solo
en la noche
cuando todas las luces se apagan
cuando la luna, fria,
distante,
te observa desde su trono.
Cuando el silencio
invade la intimidad de tu cuarto
y todo parece lleno
de niebla.
Cuando la música termina
y el instante llega a su fin.
No te sentís solo
al recordar,
cuando las lágrimas
exigen libertad.
Cuando todas las armas
de las que nos enorgullecemos
de día,
se rinden
frente a las sombras que emergen
desde los rincones.
viernes, agosto 26, 2005
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